Diario de una inmortal (1)
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3 junio 1881
Hoy, he celebrado mis 200 años.
Esta tarde, fui a la calle Lamskaïa a visitar a Fiódor Dostoyevski. Está muriendo despacio. Su sangre huele a rancio y sus ojos se están volviendo opacos. Eso no impidió que él se riera de mí cuando le pregunté por su salud. De inmediato, nos ha servido de su excelente vodka con hierbas, como si quisiera ocultar, con una mortaja, la cara a un hombre muerto para que nunca mas abra los ojos en su mortalidad.
Entonces, ¿qué será del hombre sin Dios y la inmortalidad si todo vale, y todo es permitido? me pregunta Fedor.
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Por desgracia, querido Fiódor, tu no puedes imaginar, a pesar de tu extraordinario talento, realmente no puedes imaginar cómo en realidad todo está permitido! Si me ha gustado Los hermanos Karamázov le dije, Crimen y castigo, que ya he leído dos veces, sigue siendo mi novela favorita. Mientras que discurrió sobre el pueblo ruso y el estado de su país, pensé que su fervor en Dios era su única debilidad. ¿Podría romper sus ilusiones sin revelar mi verdadera naturaleza? ¿Podría confiar en él como viajé por el mundo para entender lo que nos hace diferentes? Él, el mortal; Yo, condenada a la eternidad.
Fiódor está preocupado también.
Lara ¿Por qué no tienes marido ni tampoco hijos? me preguntó en esta lengua sublime y propicia para la poesía y la tragedia, el amor y la revolución. Evadí, ya aprendí a hacerlo en doscientos años de existencia.
Mis opciones en vida nunca van a estar condicionadas por las del matrimonio o la maternidad. Mi cuerpo abarca el universo y el tiempo me cruza sin dañarlo. ¿Tengo o no una alma? Esa cosa invisible, intangible e indescriptible que sin embargo parece dar tantas dificultades a los seres humanos.
He dejado a Fiódor un poco antes del amanecer, no sin estar impregnada de una cierta tristeza. Su fe y su amor por Dios lo han vuelto ciego. De lo contrario ¿por qué cuestionar demasiado en serio sobre lo que está permitido y es legal?
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Es la hora de dejar mi piso de San Petersburgo para unirme a los bosques.
Un exilio bienvenido. Tengo que hacerme olvidar y disfrutar de esta ausencia para, en el mismo tiempo, aumentar mis conocimientos. Mi clan probablemente también permanecerá allí, en nuestra residencia de Siberia que es un hogar detrás de sus gruesas paredes. ¿Quién tendrá suficiente fuerza e ingenio para evitar que yo asesine a mi inmunda madre?
continuará…