Diario de una inmortal (5)
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4 enero 1890
¡Los seres humanos son demasiado frágiles! ¡Demasiado perecederos!
La epidemia de gripe siega a los parisinos, y llego a encontrar dificultades para comer. También porque mi madre decidió tener sus cuarteles de invierno aquí, con sus numerosos cortesanos. Estos perros podridos, ¡tan insaciables como serviles! Apenas diez minutos después nos sentaremos una en frente de la otra, bebiendo un exquisito vino de Burdeos, nuestra ancestral guerra empezó otra vez, con más vigor. Hace falta poco tiempo para que París se vuelva demasiado pequeño para albergar a ambos.
También podría, por fin, decidir matarla, aunque el asesinato de uno de los nuestros no es cosa sencilla.
Mientras subía el Boulevard Saint-Germain, sentí que mi corazón latía un poco más rápido.
No muy lejos de mí, a un centenar de metros de distancia, se encontraba un joven actor prometedor, muy precioso. Sentí la vida que fluye por sus venas golpeando enérgicamente a sus costados. Esta noche se llevará a cabo su papel como amante, como yo me encargaré de la puesta en escena. A veces me viene la envidia furiosa, y furiosamente irrazonable, de revelar mi verdadera naturaleza. Sin ningún otro propósito que poder brillar libremente. Nunca más huir, nunca más esconderme, nunca más tergiversar lo que soy. Solo existir, y disfrutar de la existencia.
Si me gustan los escritores y los artistas es porque afirman, a través de sus obras, con una ingenuidad conmovedora o irritante, el acceso a la inmortalidad. También los príncipes y reyes lo saben, ellos que esperan sobrevivir a través de sus obras.
Anoche, he comido con Degas en compañía de un delicioso poeta, tanto literalmente como figurativamente. Con demasiada frecuencia, Degas estaba de un humor de perros. La edad lo persigue y hace que él sea casi insoportable. Al menos él todavía era agudo, ¿pero por cuánto tiempo?
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Invariablemente, desde el aperitivo hasta al café, Degas encontró una manera de enfadarse con cada uno de sus huéspedes. Por último, me negaba a hacer la adquisición de uno de sus cuadros. Qué talento, pero ¡que carácter!
He terminado la noche con mi delicioso poeta.
En su casa, tuve la increíble oportunidad de servirme por primera vez del teléfono. ¡Vaya! con el tiempo, estos pequeños seres humanos no les va tan mal a pesar de sus límites biológicos.
Son ingeniosos y crean herramientas que les permiten comunicarse de forma remota. Aunque a mi me toca solo centrarme para capturar sus pensamientos y infiltrarme en sus cerebros. ¿Hay una conexión entre mi condición de inmortal y la capacidad de entrar en las mentes de los demás?
Cuando el alba ensombrecía la noche, mirando el cuerpo incruento de mi poeta, lamentando con sinceridad que no volvería más a escribir una línea, pensé en este frenesí que se apodera de mi cuerpo, y de mi mente, cuando tengo que cazar.
Pensé en el poder que irradia mi ser. Este goce siempre renovado que fluye por mis venas. ¡Pero a que precio!
Continuara…
Dibujo de Degas © Wikipedia